Estados Unidos reduce la mortalidad por infarto agudo de miocardio, pero aumentan otras enfermedades cardíacas

Una nueva evaluación de medio siglo de mortalidad cardiovascular en Estados Unidos revela una caída del 89 % en las muertes por infarto agudo de miocardio. Al mismo tiempo, aumentaron significativamente las muertes por insuficiencia cardíaca, arritmias y enfermedad cardíaca hipertensiva. El estudio, que plantea importantísimos desafíos para la salud pública, fue publicado en el Journal of the American Heart Association.
JAHA Journal of the American Heart Association

Una nueva evaluación de medio siglo de mortalidad cardiovascular en Estados Unidos revela una caída del 89 % en las muertes por infarto agudo de miocardio. Al mismo tiempo, aumentaron significativamente las muertes por insuficiencia cardíaca, arritmias y enfermedad cardíaca hipertensiva. El estudio, que plantea importantísimos desafíos para la salud pública, fue publicado en el Journal of the American Heart Association.

Introducción

La enfermedad cardíaca ha sido la principal causa de muerte en Estados Unidos durante más de un siglo. A lo largo de las últimas cinco décadas, importantes avances en medicina clínica, salud pública y políticas de prevención han transformado el panorama cardiovascular del país. Entre estos avances se destacan la mejora en el tratamiento del infarto agudo de miocardio (IAM), la introducción de unidades coronarias, el desarrollo de técnicas de revascularización como la angioplastia y el bypass, y la amplia difusión de medicamentos como aspirina, estatinas e inhibidores del sistema renina-angiotensina. Además, campañas contra el tabaquismo y el control de factores de riesgo como la hipertensión y el colesterol han contribuido a una notable reducción en la mortalidad por enfermedad cardíaca isquémica.

Sin embargo, en las últimas décadas emergió una tendencia preocupante: el incremento sostenido de la mortalidad por otras enfermedades cardíacas no isquémicas, como la insuficiencia cardíaca, las arritmias y la enfermedad cardíaca hipertensiva. El estudio citado ofrece una evaluación detallada y prolongada (1970–2022) de estas tendencias en Estados Unidos, permitiendo comprender con mayor profundidad cómo ha cambiado el perfil de mortalidad cardiovascular y qué desafíos impone al sistema sanitario actual y futuro.

Enfoque y Resultados

El estudio analizó más de 37.000.000 de muertes por enfermedad cardíaca registradas en mayores de 25 años entre 1970 y 2022. En ese período, la tasa de mortalidad ajustada por edad por IAM se redujo un 89 % (de 354 a 40 por cada 100.000 habitantes), mientras que la mortalidad por enfermedad isquémica en general disminuyó un 81 % (de 693 a 135 por 100.000). Esto se asoció a mejoras en prevención, diagnóstico, terapias médicas y procedimientos como la angioplastia, el bypass coronario y el tratamiento farmacológico.

En contraste, la mortalidad por otras enfermedades cardíacas aumentó un 81 %, pasando de 68 a 123 por 100.000. Los mayores incrementos correspondieron a insuficiencia cardíaca (146 %), enfermedad cardíaca hipertensiva (106 %) y arritmias (450 %). En 1970, el 91 % de las muertes por enfermedad cardíaca eran atribuibles a causas isquémicas; en 2022, ese porcentaje bajó al 53 %, reflejando una redistribución del peso de la mortalidad hacia otros subtipos.

Entre los factores señalados se incluyen el aumento de la esperanza de vida (de 70,9 a 77,5 años), la mayor supervivencia post-infarto y la carga creciente de condiciones crónicas. Además, aunque la mortalidad por enfermedades isquémicas cayó, su prevalencia sigue siendo alta, con un número creciente de pacientes que sobreviven con cardiopatía crónica.

Discusión y Conclusiones

Los hallazgos de este estudio reflejan un hito en la historia de la salud pública cardiovascular: la significativa reducción de la mortalidad por IAM e isquemia coronaria, producto de décadas de innovación médica, estrategias de prevención y mejoras en la atención hospitalaria. Sin embargo, también revelan un nuevo desafío: la carga creciente de muertes por otras enfermedades cardíacas, que ha pasado de representar el 9 % de las muertes por cardiopatías en 1970 al 47 % en 2022.

Esta transformación se explica por múltiples factores interrelacionados. En primer lugar, los avances terapéuticos permitieron una mayor supervivencia tras eventos isquémicos, pero generaron una población de pacientes con cardiopatía crónica que envejece con comorbilidades. En segundo lugar, el aumento sostenido de factores de riesgo como obesidad, diabetes, hipertensión arterial y sedentarismo ha alimentado el crecimiento de enfermedades como la insuficiencia cardíaca y las arritmias. Finalmente, la mayor precisión diagnóstica y los cambios en la codificación de causas de muerte han permitido identificar mejor estas patologías como causa subyacente de fallecimiento.

Los autores subrayan que, si bien los logros en la lucha contra la cardiopatía isquémica deben mantenerse, es urgente diseñar nuevas estrategias para contener la mortalidad creciente por enfermedades cardíacas no isquémicas. Esto incluye reforzar la prevención de enfermedades crónicas, optimizar el tratamiento de la insuficiencia cardíaca y sus comorbilidades, y adaptar el sistema de salud a las necesidades de una población que envejece con condiciones cardíacas complejas. A medida que el perfil epidemiológico cambia, la atención cardiovascular debe expandirse más allá del infarto para incluir un abordaje integral de las nuevas causas de mortalidad.

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