Conceptos Categóricos

CASO DOCUMENTADO DE MIOCARDITIS SECUNDARIA A VIRUELA SÍMICA

Resúmenes amplios

CASO DOCUMENTADO DE MIOCARDITIS SECUNDARIA A VIRUELA SÍMICA


Montreal, Canadá:
Se describe el caso de un varón de 34 años que presentó miocarditis e infección genital concurrente por viruela símica confirmada por laboratorio, en el que se descartaron otras causas habituales de lesión miocárdica.

IDCases 301-4, 2022

Autores:
Tremblay C

Institución/es participante/s en la investigación:
Université de Montreal

Título original:
Monkeypox Associated Myocarditis: A Case Report

Título en castellano:
Miocarditis Asociada con Viruela Símica: Un Reporte de Caso

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
1.97 páginas impresas en papel A4
Introducción
La viruela símica es endémica en África. Recientemente, se han notificado brotes de viruela símica en regiones no endémicas. El brote en curso parece estar mediado por el contacto de persona a persona, especialmente entre varones que tienen relaciones sexuales con varones, lo que sugiere que el contacto cercano con material infeccioso es el principal factor de riesgo de transmisión. Si bien la viruela símica suele ser autolimitada, también pueden ocurrir complicaciones graves como infección secundaria, encefalitis e infección de la córnea con pérdida de visión. El objetivo del presente informe fue describir un caso de miocarditis e infección genital concurrente por viruela símica en el que descartaron otras causas habituales de lesión miocárdica.  

Reporte de caso
El 28 de junio de 2022, un varón de 34 años se presentó en la sala de emergencias con antecedentes de fiebre y escalofríos de 48 h y antecedentes de dolor torácico de 24 h. Negó cualquier afección médica previa o alergias y no estaba tomando ningún medicamento. Tenía antecedentes de consumo de tabaco y metanfetamina. La prueba de enfermedad por coronavirus dio resultado negativo. El dolor torácico reportado por el paciente era constante, agudo y pleurítico, sin radiación, disminuía cuando estaba sentado erguido y aumentaba cuando estaba acostado. El examen físico reveló una temperatura oral de 38.8°C, presión arterial de 95/65 mmHg, pulso de 116 latidos por minuto y saturación de oxígeno del 97% en el aire ambiente. El examen pulmonar y cardíaco no reveló anomalías. El electrocardiograma demostró signos de pericarditis. La radiografía reveló opacidades retrocardíacas inespecíficas. El análisis de sangre inicial reveló recuento elevado de glóbulos blancos, proteína C reactiva y troponinas de alta sensibilidad a 211 ng/l. Dada la fiebre y los leucocitos elevados, se recolectaron hemocultivos y se inició empíricamente tratamiento antibiótico (piperacilina-tazobactam). El diagnóstico presuntivo en ese momento fue una miopericarditis de etiología desconocida. Los antibióticos fueron descontinuados, y se inició tratamiento con ibuprofeno y colchicina el 28 de junio. El 29 de junio se realizó un ecocardiograma transtorácico, que demostró un tamaño normal del ventrículo izquierdo (VI), una fracción de eyección del VI ligeramente reducida del 44% con reducción de la tensión longitudinal global, especialmente en las paredes anterior y lateral. La presión de la arteria pulmonar fue normal, al igual que la función ventricular derecha. No hubo valvulopatía significativa y no se visualizó derrame pericárdico. Debido al aumento importante de troponinas, el paciente se sometió rápidamente a una angiografía coronaria que no demostró enfermedad arterial coronaria ni signos de vasoespasmo. El 30 de junio, la resonancia magnética confirmó que la fracción de eyección del VI se redujo ligeramente con una dilatación leve del VI. No hubo realce tardío con gadolinio. Los valores de T2 sugirieron un posible edema miocárdico. Los altos valores de volúmenes extracelulares también sugirieron edema o lesión miocárdica. Por lo tanto, el diagnóstico presuntivo siguió siendo una miocarditis de etiología desconocida. Se inició un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina para la disfunción del VI. El mismo día, el paciente mencionó la presencia de lesiones genitales que habían aparecido por primera vez el 25 de junio. El examen reveló una pápula umbilicada bien circunscrita ubicada en el pubis, una lesión ulcerada en el glande del pene, y ganglios linfáticos inguinales agrandados y dolorosos a la palpación. El paciente, identificado como heterosexual, informó relaciones sexuales sin protección con una nueva pareja femenina aproximadamente 1 a 3 semanas antes de la aparición de las lesiones genitales. Además, mencionó que se había quedado en la casa de un amigo dos semanas antes, que presumía que era homosexual, y que había estado en contacto con sábanas sucias. Se recogieron muestras de las lesiones y se enviaron para análisis de laboratorio. El paciente comenzó empíricamente con aciclovir antes de obtener los resultados. Además, fue tratado con una dosis estándar de ceftriaxona y azitromicina en espera de los resultados de un panel de detección de rutina para infecciones de transmisión sexual, que más tarde resultó positivo para clamidia. El 2 de julio, los resultados confirmaron la presencia de Orthopoxvirus en la lesión púbica. El paciente comenzó con tecovirimat durante 14 días. El estado clínico del paciente mejoró en los días siguientes. No se identificaron signos de complicaciones neurológicas, corneales u otras. Las lesiones costrosas, así como la adenopatía inguinal, se resolvieron el 6 de julio. Los marcadores inflamatorios siguieron a la mejoría clínica. El paciente permaneció afebril y no desarrolló ningún signo de insuficiencia cardíaca. El 7 de julio, el paciente se fue en contra del consejo médico antes de someterse a una resonancia magnética cardíaca de control.  

Conclusión
El presente informe describe el primer caso documentado de infección por Orthopoxvirus y miocarditis concomitante. Se necesitan datos adicionales para evaluar la incidencia de miocarditis como una complicación de la viruela símica y el efecto de tecovirimat como tratamiento potencial para la miocarditis asociada. Es importante buscar signos de infecciones virales cuando los pacientes presentan un diagnóstico de miocarditis, para orientar mejor el tratamiento, pero también para prevenir la transmisión dentro de las comunidades.
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