Vivir cerca de pozos de petróleo y gas en construcción podría aumentar el riesgo de crisis cardíacas en personas con fibrilación auricular, especialmente en mujeres y en personas mayores de 80 años. Así lo indica un estudio realizado en el Estado de Colorado (EE.UU.) publicado en Frontiers in Epidemiology, que vincula este riesgo con la exposición transitoria a contaminación atmosférica y sonora generada durante las fases activas de perforación y construcción.
Introducción
La fibrilación auricular (FA) es la arritmia cardíaca más frecuente y se asocia con mayor riesgo de accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca y mortalidad. Su prevalencia ha crecido sostenidamente, especialmente en adultos mayores, y se estima que afecta a más de 9 millones de personas en Estados Unidos. Además de los factores tradicionales, estudios recientes han identificado posibles vínculos entre la contaminación ambiental —en particular la contaminación sonora y del aire— y el agravamiento de episodios de FA. En este contexto, el desarrollo de pozos de petróleo y gas (O&G), que genera importantes emisiones de ruido y partículas en el aire, podría representar un factor de riesgo adicional.
Este estudio, realizado en Colorado, investigó si vivir cerca de pozos O&G en desarrollo se asocia con mayor riesgo de exacerbaciones de FA en pacientes diagnosticados previamente. Se trata de la primera investigación en aplicar un diseño de series temporales interrumpidas y una cohorte amplia para abordar esta pregunta.
Enfoque y Resultados
La investigación analizó datos del sistema Colorado All Payer Claims Dataset (COAPCD), que incluye información médica de más del 65% de la población asegurada del estado. Se incluyeron 10.961 pacientes con diagnóstico previo de FA, de los cuales 1.197 vivían a menos de una milla (1,6 km) de un pozo O&G en desarrollo (grupo expuesto) y 9.764 vivían a más de dos millas (3,2 km) (grupo control). Se excluyeron quienes vivían a una distancia intermedia para evitar sesgos.
Se utilizaron modelos de supervivencia y análisis de series temporales interrumpidas para comparar la frecuencia de exacerbaciones de FA antes, durante y después del desarrollo de los pozos. Los resultados generales no mostraron una asociación significativa en toda la población, pero los análisis estratificados revelaron hallazgos importantes:
- En mayores de 80 años que vivían a menos de 0,63 kilómetros de un pozo en desarrollo, el riesgo de exacerbación aumentó un 83% durante la etapa de construcción (HR = 1.83; IC95%: 1.25–2.66).
- En mujeres dentro de la misma distancia, el riesgo aumentó un 56% durante ese período (IC95%: 1.13–2.15).
- El riesgo adicional no se mantuvo una vez finalizada la fase de desarrollo del pozo.
- No se observaron aumentos significativos en varones ni en personas menores de 80 años.
Estos efectos fueron más pronunciados cuando la exacerbación derivó en una consulta en la guardia o servicio de urgencias.
Discusión y Conclusión
Los hallazgos respaldan la hipótesis de que la exposición transitoria a contaminación atmosférica y sonora generada por la perforación y desarrollo de pozos de petróleo y gas puede agravar episodios de FA en poblaciones vulnerables, especialmente adultos mayores y mujeres. Las vías fisiopatológicas sugeridas incluyen alteraciones del sistema nervioso autónomo, inflamación y estrés oxidativo, activados por la exposición a partículas finas (PM2.5) y niveles elevados de ruido ambiental.
Aunque el estudio no encontró una asociación sostenida tras finalizar la etapa de desarrollo, se subraya la importancia de implementar medidas de prevención y monitoreo en regiones con alta densidad de pozos. Las estrategias incluyen educación a pacientes con FA, planificación territorial, y normas que reduzcan la exposición ambiental durante las fases críticas de perforación.
Los autores recomiendan realizar estudios prospectivos y con mediciones ambientales directas para evaluar el impacto específico de contaminantes como el ruido y el material particulado. Este estudio aporta evidencia epidemiológica valiosa para orientar políticas de salud pública ambiental y proteger a comunidades que viven cerca de desarrollos extractivos.