Según un estudio de cohorte nacional publicado en Neurology, la obesidad materna se asoció con un mayor riesgo de eventos cerebrovasculares isquémicos perinatales (ECIP) en bebés nacidos a término. La investigación analizó más de dos millones de nacimientos en Suecia entre 1998 y 2019.
El riesgo de sufrir un ECIP es mayor en la primera semana de vida, afectando a aproximadamente 1 de cada 3 000 bebés nacidos a término. Aquellos que sobreviven enfrentan un importante riesgo de complicaciones como convulsiones neonatales y trastornos del neurodesarrollo.
La utilización de los registros nacionales suecos, que cubren casi la totalidad de los embarazos del país, permitió a los investigadores analizar 2 240 852 bebés nacidos entre los años 1998 y 2019.
Entre los nacimientos, 415 lactantes (192 niñas) fueron diagnosticados con ECIP, lo que implicó tasas de 19/100 000 lactantes de mujeres con peso normal (IMC 18,5–24,9 kg/m²), 22/100 000 lactantes de madres con sobrepeso (IMC 25–29,9 kg/m²), 35/100 000 lactantes de mujeres con obesidad clase II (IMC 30–34,9 kg/m²) y 40/100 000 lactantes de mujeres con obesidad clase III (IMC ≥35 kg/m²).
La razón de tasas ajustada de ECIP aumentó casi linealmente con el incremento del IMC materno.
Antecedentes en la literatura
Entre los estudios sobre factores de riesgo para el ECIP, los autores encontraron uno de pocos casos y controles que incluía la obesidad materna (IMC >30) en un análisis univariado de 30 bebés con evento cerebrovascular perinatal, con predominancia de madres con obesidad.
La asociación entre la obesidad materna y el riesgo de ECIP constituye un hallazgo novedoso. Pese a que los mecanismos subyacentes no son claros, existen informes que vinculan el sobrepeso y la obesidad materna con varios factores asociados al riesgo del evento.
Las tasas de hipertensión, preeclampsia/eclampsia y corioamnionitis son más altas en madres con obesidad. El aumento de adipocitos y de los niveles de marcadores inflamatorios puede tener un impacto adverso en la función placentaria y fetal. La literatura existente advierte su posible contribución al aumento del riesgo de preeclampsia e hipertensión en madres con obesidad.
Las patologías placentarias, como la inflamación o la trombosis, son más comunes en los embarazos de mujeres con obesidad, considerándoselas un posible factor contribuyente del ECIP.
Pese a la indefinición de la causa que origina el trombo, la placenta es una posible fuente de émbolo en los casos de ECIP. Por otra parte, en algunos estudios las mujeres con obesidad tienen más probabilidades de padecer diabetes gestacional, asociada también con ECIP.
La baja cantidad de participantes impidió alcanzar el poder estadístico suficiente para realizar análisis de interacción y detección de posibles modificadores de efecto. En este sentido, la compleja relación entre la asfixia al nacer y el momento en que se produjo el ECIP dificultó definir la temporalidad.
Los autores suponen que la asfixia no representa una vía causal entre el IMC materno y el ECIP, sino que es el resultado de un imprevisto perinatal. El análisis de sensibilidad confirmó que un elevado IMC materno se asoció con mayor riesgo de ECIP incluso en ausencia de asfixia al nacer.
La tasa de cesárea fue mayor en los partos con bebés que presentaban ECIP, condición que podría explicarse parcialmente porque la presencia de signos de asfixia al nacer es una indicación común para las cesáreas de emergencia.
Atributos de la investigación
Los autores destacan que el diseño poblacional del estudio, su alcance nacional y el número amplio de bebés incluidos les permitió analizar los riesgos asociados con los diferentes grados de sobrepeso y obesidad materna, y ajustar diversos factores de confusión posibles.
Los métodos utilizados para la identificación de bebés con ECIP, de reciente validación, obtuvieron datos recopilados de manera prospectiva a partir de registros de salud suecos con alta cobertura. En función de lo anterior, los autores consideran que los resultados podrían ser aplicables a poblaciones semejantes con situaciones socioeconómicas equivalentes.
Entre las limitaciones reconocen riesgos de sesgo de detección y de clasificación incorrecta. En comparación con un informe poblacional anterior, la menor identificación a la esperada de bebés con ECIP lleva a suponer subdetección de casos por falta de diagnósticos en las clínicas.
Algunos bebés podrían haber recibido otro código CIE-10, sido diagnosticados después de 28 días o, al no ingresar en una unidad neonatal, carecer de inscripción en el Registro de Calidad Neonatal de Suecia.
Si bien la falta de acceso a los resultados de neuroimagen impidió distinguir entre los diferentes tipos de ECIP, el 90% de los diagnósticos pediátricos I63 e I64 del Registro Nacional de Pacientes del país son eventos cerebrovasculares isquémicos arteriales.
Discusión y Conclusiones
El presente estudio de cohorte nacional aporta evidencia sólida sobre la asociación entre obesidad materna y mayor riesgo de eventos cerebrovasculares isquémicos perinatales, aun en ausencia de complicaciones neonatales como la asfixia al nacer. A partir de registros sanitarios de alta cobertura y validez en Suecia, se logró cuantificar el riesgo según distintos rangos de IMC materno, evidenciando un patrón casi lineal de aumento proporcional con el grado de obesidad.
La hipótesis sobre el rol de la placenta como origen posible del émbolo, así como la implicancia de factores como inflamación sistémica, hipertensión, preeclampsia y diabetes gestacional, abre nuevas vías de investigación en torno a los mecanismos fisiopatológicos que median el ECIP.
Si bien las tasas absolutas del evento son bajas, la asociación detectada tiene relevancia clínica y sanitaria, y refuerza la necesidad de considerar el IMC materno como un indicador de riesgo durante el seguimiento prenatal.
Los autores destacan la urgencia de promover futuras investigaciones que integren datos de neuroimagen, evaluaciones longitudinales del neurodesarrollo y análisis de factores sociales y metabólicos. Además, enfatizan la importancia de las intervenciones preventivas dirigidas al control del peso antes y durante el embarazo como estrategia para reducir los riesgos perinatales y mejorar los resultados en la salud neurológica infantil.