Un estudio británico con más de 448 mil adultos reveló que las personas con asma presentan un mayor riesgo de desarrollar artrosis en diversas localizaciones del cuerpo, especialmente si experimentan aislamiento social o soledad. La investigación fue publicada en Arthritis Research & Therapy.
Alcances de la enfermedad
Alrededor de 250 millones de personas de la población mundial padecen artrosis (OA), en especial los ancianos. A pesar de su presencia generalizada, sus implicancias económicas considerables y efectos incapacitantes, los tratamientos actuales son limitados y se centran en el manejo de los síntomas, como el dolor, el deterioro funcional y la disminución de la calidad de vida.
Actualmente, no existen intervenciones farmacológicas capaces de detener, desacelerar o revertir el avance del asma, enfermedad caracterizada por la inflamación de las vías respiratorias y una respuesta inmunitaria mediada por inmunoglobulina tipo E (IgE), conocida como atopia, uno de los principales factores de riesgo para su desarrollo.
Población de estudio
El Biobanco del Reino Unido comenzó el reclutamiento en 2006 con la inscripción de unas 500 000 personas de 40 a 69 años residentes en 22 localidades diferentes de Inglaterra, Escocia y Gales.
La iniciativa reunió una amplia cantidad de datos biológicos y médicos combinando encuestas, interacciones verbales, registros médicos, evaluaciones físicas, muestras biológicas y técnicas de imágenes avanzadas.
Luego de excluir a quienes padecían afecciones mediadas por IgE, como rinitis alérgica, dermatitis atópica, alergias alimentarias, alergias a medicamentos, conjuntivitis alérgica y urticaria alérgica, la cifra definitiva de participantes quedó conformada por 448 920 personas libres de OA y de enfermedades mediadas por IgE.
Al comparar pacientes sin y con asma, los investigadores demostraron mayores riesgos en todas las categorías de artrosis:
- Cualquier OA (HR = 1,32; IC del 95 %, 1,29–1,35);
- OA de rodilla (HR = 1,21; IC del 95 %, 1,16–1,25);
- OA de cadera (HR = 1,12; IC del 95 %, 1,07–1,18);
- OA de mano (HR = 1,62; IC del 95 %, 1,42–1,85).
El riesgo de desarrollar cualquier tipo de artrosis en pacientes con asma aumentó con el incremento de las puntuaciones de aislamiento social y soledad. En particular, se identificó una asociación significativa entre la artrosis de rodilla y el aislamiento social (p < 0,027), así como con la soledad (p < 0,013).
El hallazgo coincide con la literatura previa que contempla la incidencia de los factores psicosociales en las enfermedades inflamatorias crónicas; sin embargo, los autores aclaran que aún resulta difícil precisar los mecanismos biológicos que desencadenan la asociación positiva entre la artrosis, el asma y el aislamiento social o la soledad.
Limitaciones del estudio
Entre las principales limitaciones reconocidas por los autores se destacan:
- La dependencia de códigos administrativos y registros hospitalarios, que podrían no capturar con precisión los casos de OA en etapa temprana, lo que derivaría en la inclusión de casos prevalentes en lugar de incidentes.
- La muestra no probabilística del Biobanco del Reino Unido, conformada mayoritariamente por participantes blancos británicos, lo que impide generalizar los hallazgos a otros grupos raciales o étnicos.
- La dificultad para distinguir entre los efectos del asma y los efectos de los fármacos utilizados para tratarla, lo que impide concluir con precisión que la asociación observada se deba exclusivamente al asma.
- La posibilidad de confusión residual, dado que algunas covariables no fueron medidas o se desconocen, lo que podría influir en la relación entre el asma y la OA.
Discusión y Conclusión
Los resultados del estudio aportan evidencia sustancial sobre la asociación entre el asma y el desarrollo posterior de artrosis, vínculo que se intensifica en contextos de aislamiento social y soledad. La magnitud del riesgo observado, junto con la solidez de la base poblacional utilizada, refuerza la necesidad de abordar de manera integral los factores físicos y psicosociales que inciden en las enfermedades crónicas inflamatorias.
Aunque los mecanismos fisiopatológicos que subyacen a esta relación no se comprenden del todo, el hallazgo respalda la hipótesis de una posible interacción entre procesos inflamatorios compartidos y condiciones sociales adversas. La información reunida permite considerar al asma como un factor predisponente para la artrosis, más allá de las comorbilidades metabólicas clásicamente reconocidas.
Se destacan, sin embargo, las limitaciones metodológicas del trabajo, que sugieren cautela al generalizar los resultados. Por tanto, los autores proponen realizar investigaciones complementarias que integren datos clínicos longitudinales, análisis de biomarcadores inflamatorios y consideraciones sociales, con el fin de esclarecer el nexo entre asma, artrosis y aislamiento social. Esta línea de estudio podría traducirse en nuevas estrategias de prevención y atención multidimensional de pacientes crónicos.