Un estudio italiano evaluó el impacto ambiental de 90 medicamentos de uso frecuente, incluidos antibióticos, antiinflamatorios, antidepresivos y hormonas. Publicado en la revista British Journal of Clinical Pharmacology, el trabajo identificó 13 fármacos con alto riesgo ecológico y propuso estrategias para mitigar su efecto en aguas superficiales.
Europa exige una evaluación de riesgo ambiental para nuevos medicamentos desde 2006, supervisada por sistemas de monitoreo de sustancias preocupantes como la Watch List (Lista Centinela).
La campaña comenzó en 2015, con la revisión periódica de la lista de sustancias monitoreadas con inclusión de los medicamentos humanos.
En marzo de 2019, la Comisión Europea presentó el Enfoque estratégico para los productos farmacéuticos en el medio ambiente con el fin de contrarrestar los efectos negativos potenciales, desde el diseño y la producción hasta el uso y la eliminación.
Metodología del ensayo
El estudio analizó en Italia 90 medicamentos en base a tres criterios:
⦁ los 30 más consumidos en 2022,
⦁ los incluidos en alguna versión de la Watch List, y
⦁ los más tóxicos para animales y plantas acuáticas, según el Predicted No Effect Concentration – PNEC (concentración ambiental por debajo de la cual no se esperan efectos adversos).
Los riesgos ambientales fueron evaluados de acuerdo al cociente PEC (concentración ambiental prevista) / PNEC aplicado en las macrozonas en las que la investigación dividió el país (Norte, Centro, Sur/Islas) y por regiones.
Resultados
Pese a la existencia de diferencias regionales que reflejan variaciones en el consumo, el artículo señala 13 medicamentos que representan alto riesgo ambiental:
⦁ Antiinflamatorios: ibuprofeno, diclofenaco.
⦁ Antibióticos: amoxicilina, azitromicina, ofloxacino, rifaximina.
⦁ Hormonales: estradiol.
⦁ Antidepresivos: sertralina, venlafaxina.
⦁ Otros: permetrina (antiparasitario), atovacuona (antiprotozoario), lacidipino y olmesartán (cardiovasculares).
Los medicamentos que implican riesgos moderados sumaron 23; el resto presentó riesgo bajo o insignificante.
Detalles de la investigación
La evaluación sistemática del impacto ambiental relacionado con una amplia gama de medicamentos consumidos en Italia expone la información en forma detallada.
Los medicamentos de uso frecuente que representan un alto riesgo para las aguas superficiales comprenden:
⦁ Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como diclofenaco e ibuprofeno:
El diclofenaco es bien conocido por su toxicidad ambiental; el ibuprofeno, aunque también de alto riesgo, tiene menor potencial de bioacumulación y persistencia. Otros AINEs como el ketoprofeno, paracetamol o ácido acetilsalicílico mostraron riesgo bajo por tener un mayor valor de concentración por debajo del cual no se esperan efectos negativos (PNEC).
⦁ Hormonas como estradiol, levonorgestrel: Pueden feminizar peces machos, con la consiguiente alteración del equilibrio ecológico. Es difícil reducir su uso por razones sociales y de salud pública, tal como ocurre, por ejemplo, con los anticonceptivos.
⦁ Permetrina y atovacuona: Pese a su bajo consumo, tienen muy bajo PNEC, lo que indica alta toxicidad ambiental. La permetrina, además, se utiliza ampliamente en la agricultura.
⦁ Antidepresivos como sertralina y venlafaxina: Afectan el comportamiento de peces, aunque los estudios muestran resultados variables.
Alternativas como citalopram o escitalopram tienen mayor PNEC y, por tanto, menor riesgo ambiental.
⦁ Cardiovasculares como olmesartán y lacidipino: Aunque pertenecen a grupos con muchos fármacos alternativos, mostraron alto riesgo ambiental, razón por la cual el estudio sugiere considerar su impacto ambiental en el momento de la prescripción médica. Algunos medicamentos similares, como valsartán o felodipino, tienen menor riesgo.
⦁ Antibióticos como amoxicilina, azitromicina, ofloxacino y rifaximina:
Representan riesgo elevado por su uso generalizado y capacidad de inducir resistencia bacteriana. La rifaximina podría estar sobreutilizada en algunos contextos clínicos (diverticulitis, por ejemplo).
Otros antibióticos como ciprofloxacino y claritromicina mostraron riesgo moderado, mientras que la eritromicina presentó riesgo bajo.
Diferencias regionales
La investigación refleja las variaciones en el riesgo ambiental por zonas del país, debido a diferencias en los patrones de consumo de medicamentos, variedad de las prácticas sanitarias y disparidades socioeconómicas.
Respecto de las disparidades, el artículo considera que podría ser útil implementar campañas regionales específicas en las regiones con consumo elevado de medicamentos de alto riesgo, con el fin de impartir educación a médicos y pacientes, buenas prácticas de prescripción y mejores sistemas de tratamiento de aguas.
Limitaciones del estudio
Los autores reconocen los límites del ensayo. Entre ellos destacan:
⦁ haber utilizado valores por defecto para factores como el volumen de aguas residuales o la tasa de eliminación en plantas de tratamiento;
⦁ asumir un escenario extremo en el que todos los fármacos acaban en aguas superficiales, sin considerar el metabolismo humano, la eliminación correcta y la eficacia del tratamiento de aguas;
⦁ prescindir del uso veterinario, que también puede ser relevante (por ejemplo, en el caso de antibióticos y hormonas);
⦁ emplear valores PNEC in silico (simulaciones por computadora) para 28 medicamentos, cuya precisión puede diferir del riesgo real;
⦁ evaluar los riesgos por sustancia individual, aunque en la realidad, los efectos combinados o sinérgicos pueden causar toxicidad incluso en niveles individuales bajos.
Discusión y Conclusión
Los resultados del estudio destacan la necesidad de incorporar la dimensión ambiental en las decisiones terapéuticas y políticas sanitarias. Frente al riesgo ecológico asociado con medicamentos de uso frecuente, como los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y los antibióticos, los autores recomiendan reducir el sobreconsumo y desalentar la automedicación. En el caso de las hormonas, cuyo uso resulta clínicamente indispensable, se proponen soluciones tecnológicas como sistemas de filtración avanzados que minimicen su impacto tras la eliminación.
Finalmente, los investigadores subrayan que sus hallazgos podrían constituir la base para implementar una rutina de evaluación ambiental sistemática, apoyada en datos reales de consumo y centrada en estrategias de mitigación postconsumo, tales como el perfeccionamiento de los tratamientos de aguas residuales.