Una revisión identificó solo seis estudios relevantes y 35 intervenciones potenciales para apoyar la salud mental de jóvenes en contextos de guerra. La evidencia es muy limitada y la mayoría de las herramientas carecen de adaptación cultural o lingüística. Así concluyen los autores de este fundamental trabajo de investigación publicado en Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.
Introducción
Más de 200 millones de niños y adolescentes viven en países afectados por conflictos armados, expuestos a múltiples traumas que interrumpen su desarrollo psicosocial y aumentan la vulnerabilidad a problemas de salud mental. Se han documentado elevados niveles de trastorno por estrés postraumático, depresión, ansiedad, conductas disruptivas, abuso de sustancias y riesgo de suicidio. Estos efectos se ven agravados por la pérdida de seres queridos, la exposición a la violencia, el desplazamiento forzado y la separación familiar.
Las barreras para acceder a apoyo psicológico son múltiples. Algunas son estructurales, como la destrucción de sistemas sanitarios, la escasez de profesionales capacitados en salud mental infantil y la falta de recursos en los países receptores de refugiados. Otras son culturales, como el estigma asociado a los trastornos mentales y la ausencia de servicios en el idioma local. También existen barreras psicológicas, vinculadas al propio trauma, que generan desconfianza, culpa o retraimiento y limitan la búsqueda de ayuda.
En este contexto, las intervenciones digitales (basadas en aplicaciones, programas en línea o recursos virtuales) representan una alternativa prometedora. Permiten llegar de manera directa y flexible a los jóvenes y a sus cuidadores, reducen el estigma al brindar apoyo anónimo, pueden ofrecer materiales educativos gratuitos y facilitan la ampliación del alcance de equipos clínicos limitados. Además, los avances tecnológicos y la expansión del acceso a Internet en muchos países de ingresos bajos y medios favorecen su potencial aplicación. Sin embargo, su desarrollo específico para contextos de guerra es aún incipiente y su eficacia no está probada.
Enfoque y resultados
Se realizó una revisión sistemática de la literatura científica en cinco bases de datos hasta septiembre de 2022, complementada con consultas al Global Resources fOr War-affected youth (GROW) Network.
Los principales hallazgos fueron:
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De 6.843 referencias, solo 6 estudios evaluaron intervenciones digitales relevantes: 1 en jóvenes directamente afectados por guerra y 5 en población expuesta a desastres.
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Expertos identificaron 35 intervenciones adicionales de posible relevancia, sumando 41 recursos.
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Las intervenciones abarcaron desde la prevención universal hasta el tratamiento especializado, la mayoría dirigidas a adolescentes y padres/cuidadores.
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Un cuarto de las intervenciones había sido probado mediante ensayos controlados aleatorizados, principalmente en desastres naturales o en población general.
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La mayoría no estaba adaptada cultural ni lingüísticamente a contextos de guerra, lo que limita su aplicabilidad.
Discusión y conclusiones
La revisión revela un vacío crítico en la evidencia sobre intervenciones digitales para la salud mental de niños y adolescentes en contextos bélicos. Aunque estas herramientas podrían superar barreras de acceso y optimizar el uso de recursos limitados, su eficacia y seguridad aún no están demostradas en escenarios de conflicto. Futuras investigaciones deberán:
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Adaptar los contenidos cultural y lingüísticamente.
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Incluir problemáticas propias de la guerra, como separación familiar, duelo y desplazamiento.
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Evaluar rigurosamente su eficacia en entornos afectados por conflictos.
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Desarrollar estrategias de co-diseño con jóvenes y familias para mejorar la adopción y la adherencia.