¿Un acto de amabilidad puede mejorar la salud mental? Una investigación conducida en el Reino Unido, publicada en Nature Communications, comprobó que realizar gestos amables —en especial hacia desconocidos— reduce la ansiedad, la soledad y el estrés. La investigación sugiere incorporar la amabilidad como estrategia pública sostenible para mejorar el bienestar.
Introducción
En un contexto mundial marcado por el aumento de problemas de salud mental, aislamiento social y polarización, crecen las iniciativas que buscan revalorizar los vínculos humanos como estrategias preventivas. La amabilidad ha sido estudiada como expresión conductual del bienestar y la empatía, pero hasta ahora no había sido considerada formalmente como una intervención estructurada de salud pública.
Enfoque y Resultados
El estudio, desarrollado por un equipo interdisciplinario del Reino Unido, consistió en una intervención controlada aleatorizada con más de 1.000 participantes adultos, divididos en cinco grupos. Cada grupo fue instruido para realizar diferentes tipos de actos de amabilidad durante una semana: hacia otros (familiares o desconocidos), hacia uno mismo, o como observador de conductas amables.
Se evaluaron múltiples dimensiones del bienestar psicológico antes, durante y después de la intervención. Entre los principales indicadores medidos se incluyeron la satisfacción con la vida, el afecto positivo, la depresión, la ansiedad, el estrés percibido y la soledad. También se examinó la percepción de apoyo social y la sensación de conexión comunitaria.
Los resultados indicaron que todas las formas de amabilidad incrementaron el bienestar general, pero los efectos más sólidos se observaron en quienes realizaron actos hacia otros, especialmente hacia personas desconocidas. Este subgrupo mostró reducciones significativas en niveles de ansiedad y soledad, así como un aumento en sentimientos de conexión social y propósito.
Además, los efectos positivos se mantuvieron hasta al menos cuatro semanas después de la intervención, lo que sugiere un impacto sostenido. Las personas con niveles más bajos de bienestar inicial mostraron mayores beneficios, lo cual refuerza la aplicabilidad de la estrategia para poblaciones vulnerables.
Discusión y Conclusión
Los hallazgos respaldan la hipótesis de que la amabilidad no es solo una virtud moral, sino también un recurso clínico y comunitario valioso. Las intervenciones basadas en conductas amables pueden incorporarse en programas de salud pública, campañas educativas y entornos institucionales como escuelas, lugares de trabajo o centros de atención primaria.
Los autores subrayan la necesidad de expandir esta línea de investigación, especialmente en contextos culturales diversos y entre poblaciones con alta carga psicosocial. También proponen alianzas entre gobiernos, ONGs y organismos multilaterales para promover políticas centradas en la amabilidad como vía para mejorar el bienestar social y mental de forma económica, sostenible y eficaz.